Como sabe, hace 66 millones de años, un asteroide de más de 10 km de longitud se estrelló contra la Tierra en la península de Yucatán. Esta catástrofe provocó la extinción de los dinosaurios y permitió que la vida siguiera un nuevo camino en su evolución, conduciéndonos hasta donde nos encontramos hoy.
Esta extinción masiva, que acabó con el 75% de las especies que vivían en la Tierra en aquel momento, supuso un enorme punto de inflexión en la historia de la vida en la Tierra. Hay que decir que cuando esto ocurrió, estas criaturas estaban en la cima de su poder y dominaban todo el planeta.
Además, ya se habían enfrentado a numerosas catástrofes durante su existencia, como drásticas subidas del nivel del mar, grandes variaciones climáticas que provocaron episodios de fuertes lluvias seguidos de graves sequías, así como profundos cambios en los ecosistemas e intensa actividad volcánica.
Así pues, si imaginamos un mundo en el que el asteroide no hubiera impactado contra la Tierra, no cabe duda de que los dinosaurios habrían seguido evolucionando mientras se adaptaban a los diversos cambios. Lo mismo puede decirse de las glaciaciones que provocaron la extinción de ciertas especies en el pasado.
Teniendo en cuenta la increíble adaptabilidad de estas criaturas, es posible que algunos individuos hubieran sido capaces de adaptarse a este elemento. Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta que varios dinosaurios tenían plumas, lo que les permitía hacer frente a las duras condiciones climáticas. Y eso no es todo, porque como se ha demostrado recientemente, Tyrannosaurus rex era un animal de sangre caliente, lo que le proporcionaba una barrera contra los cambios de temperatura.
En cuanto a la inteligencia, el paleontólogo Dale Russel estimó en 1962 que los Troodóntidos podrían haber desarrollado una inteligencia comparable a la de los humanos. Sin embargo, este estudio es controvertido tras una nueva investigación publicada en la revista Journal of Comparative Neurology en 2023. Y ello a pesar de que algunas aves modernas, descendientes directas de los dinosaurios, muestran similitudes con los humanos en este aspecto.
Por tanto, es muy probable que si no se hubiera producido esta catástrofe, los humanos no existirían en la Tierra. En efecto, los dinosaurios reinaron y los mamíferos no pudieron desarrollarse como lo hicieron más tarde. A este respecto, el paleontólogo Paul Sereno, de la Universidad de Chicago añade: "Evolucionamos en un mundo de mamíferos que habría sido imposible concebir con grandes dinosaurios no avianos alrededor. No somos inevitables"
Fuente(s)
Futura-Science (en francés)
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