El endurecimiento de la normativa sobre emisiones en EE.UU. beneficia a Tesla, mientras los sindicatos advierten de la chapuza de la retirada de los vehículos de gas

El director de la Agencia de Protección del Medio Ambiente del presidente Biden, Michael S. Regan, anunciará este miércoles la regulación más estricta de las emisiones de vehículos del gobierno de EE.UU., https://www.reuters.com/business/autos-transportation/us-epa-propose-new-vehicle-pollution-cuts-sees-big-ev-jump-2023-04-06/ este miércoles. La EPA prevé un recorte de las emisiones del tubo de escape tan drástico que obligará a los fabricantes de automóviles a acelerar la transición de su cartera a los vehículos eléctricos. El mandato tratará de garantizar que dos tercios de los coches nuevos que se vendan en 2032, cuando expiren los créditos fiscales IRA del Gobierno, sean vehículos eléctricos.

Dado que menos del 6% de los coches vendidos en EE.UU. el año pasado funcionaban con baterías, la nueva norma sobre emisiones del tubo de escape pretende multiplicar por diez su cuota de mercado en menos de una década. Aunque los nuevos mandatos de la EPA supondrán una gran ayuda para Tesla y otros fabricantes de vehículos eléctricos como Rivian, los sindicatos de trabajadores de los fabricantes de automóviles tradicionales están preocupados por la posible pérdida de puestos de trabajo si el Gobierno no hace bien la transición.

Por eso, la EPA ha dado un acceso sin precedentes a sus laboratorios y procedimientos de prueba de vehículos eléctricos. Allí, ha estado realizando diversas pruebas en vehículos eléctricos con el fin de equilibrar la norma de emisiones con lo que las baterías de los VE pueden hacer ahora, y lo que será posible en un futuro próximo. Al parecer, los vehículos eléctricos de Tesla y otros fabricantes, que aún no han salido al mercado, han sido sometidos a pruebas de tortura, como hacerlos funcionar con calor o temperaturas bajo cero, o hacerlos funcionar hasta que se agote la batería para determinar su autonomía real.

Según el Director del Laboratorio Nacional de Combustibles y Emisiones de Vehículos, David Haugen, los resultados de las pruebas han hecho que la EPA confíe en que los fabricantes de automóviles puedan conseguirlo:

La observación de estas tecnologías nos da mucha confianza en que esto puede suceder. Esta normativa ayudará a todos los fabricantes de automóviles a avanzar al ritmo más rápido posible para que podamos abordar el cambio climático con la urgencia que se merece.

Sin embargo, el montaje de coches eléctricos requiere aproximadamente la mitad de mano de obra que el de los que tienen motores de gasolina y un sinfín de pequeñas piezas móviles. Según estimaciones de los sindicatos de la industria automovilística, más de 150.000 de sus miembros podrían quedarse sin empleo debido al rápido cambio a la electrificación de los vehículos.

El Gobierno está abordando este problema con subvenciones de hasta 7.500 dólares por cada nuevo vehículo eléctrico ensamblado en EE.UU., o 35 céntimos por kWh de capacidad de batería fabricada en América. Sin embargo, las nuevas fábricas de coches eléctricos y baterías se construyen sobre todo en el Sur, precisamente por la laxitud de la normativa sindical.

Según la representante de Michigan Debbie Dingell, que también ha sido ejecutiva de General Motors, el equilibrio será difícil, pero tendrá que producirse en algún momento:

He mantenido conversaciones muy sinceras con el presidente y él entiende lo que temen estos trabajadores. Tenemos que asegurarnos de que existen los fundamentos políticos para poder lograr algo así, sin perjudicar a la gente... Hay demasiado en juego como para no hacerlo bien. Pero es un equilibrio muy difícil.

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