El vapor de agua calienta la atmósfera: Formación de nubes con pros y contras

se dice que el 30% del calentamiento medido desde 1990 se debe al vapor de agua. No a cualquier vapor de agua en cualquier lugar. Ha alcanzado la estratosfera, al menos 9 kilómetros por encima de la superficie terrestre, y está intensificando el efecto invernadero allí arriba.

Se necesita mucha energía y mucho vapor para que el agua alcance esta altitud. Un océano cálido, probablemente demasiado cálido, sería por tanto el lugar ideal. La NASA, por ejemplo, pudo localizar una enorme zona en el océano Pacífico cerca del ecuador con la ayuda de drones para la observación meteorológica.

No se puede decir con certeza si se trata de un efecto de retroalimentación. Pero es muy posible que fuera el calentamiento de los océanos lo que hizo posible que el vapor de agua aumentara en cantidades tan grandes.

Ya se ha presentado al menos una solución. Minúsculas partículas de trioduro de bismuto no tóxico con un diámetro de 10 nanómetros podrían liberarse como semillas de las nubes. Según los cálculos, bastarían 2 kilogramos por semana. Además, esas pequeñas cantidades podrían distribuirse cómodamente utilizando globos meteorológicos o drones.

Sin embargo, aún no está claro hasta qué punto sería útil este enfoque. Si se forman grandes cúmulos y vuelve a llover en otros lugares, todo debería funcionar como se desea.

Sin embargo, es muy posible que se creen cirros a gran altura. Dejan pasar la luz del sol, pero actúan como una fina manta que mantiene el calor en la tierra. Aunque llegaría menos vapor de agua a la estratosfera, seguiría provocando el calentamiento.

Sigue siendo cierto que hay que abordar ante todo las causas del cambio climático. Sin embargo, no puede estar mal mitigar también las consecuencias. Sólo hay que tener cuidado con las interacciones.