Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC) está sopesando una "gigafábrica" multimillonaria en los Emiratos Árabes Unidos, un movimiento que extendería los conocimientos más avanzados del mundo en fabricación de chips al Golfo si Washington lo permite. La instalación en discusión es un reflejo del complejo de seis plantas que la empresa está construyendo en Phoenix, Arizona, y marcaría la primera huella de producción de TSMC en Oriente Medio.
Las negociaciones han progresado a través de varias rondas con el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y MGX, un brazo inversor supervisado por el hermano del presidente de los EAU. Las conversaciones comenzaron a finales de la administración Biden, perdieron impulso y luego se reanudaron tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Cualquier inicio de las obras sigue estando a años vista y depende de la aprobación estadounidense.
La construcción del complejo de Phoenix ya está programada para costar unos 165.000 millones de dólares, por lo que un proyecto comparable en los EAU implicaría un nivel similar de capital y compromiso de gestión. TSMC ha advertido de que los aranceles estadounidenses sobre los semiconductores podrían elevar los costes de Phoenix más altosy algunos funcionarios temen que una segunda megaplanta sobrecargaría aún más los presupuestos y el talento. La empresa se ha asegurado 6.600 millones de dólares en subvenciones federales para sus inversiones en EE.UU. y tiene como objetivo 42.000 millones de dólares de gasto sólo en 2025.
Altos cargos de la administración advierten de que una fab en suelo emiratí podría exponer la tecnología estadounidense a China o Irán, que mantienen estrechos lazos en la región. Anteriormente, funcionarios de Biden plantearon condiciones estrictas -el control estadounidense sobre una parte de la producción durante emergencias y la soberanía de facto sobre el emplazamiento- que Abu Dhabi consideró inaceptables, dejando la propuesta en el limbo.
Los EAU siguen persiguiendo una estrategia industrial impulsada por la IA. Ya ha obtenido permiso estadounidense para importar GPU de Nvidia a través de la empresa local G42 y acoge el proyecto de centro de datos "Stargate" de OpenAI. Una fábrica de TSMC coronaría esa ambición, pero el país aún carece de la mano de obra de ingeniería necesaria para poner en marcha líneas de vanguardia, lo que significa que los especialistas tendrían que trasladarse desde Taiwán, Estados Unidos o Japón.
Por ahora, TSMC se limita a decir que "no comenta los rumores del mercado" y sigue centrada en sus expansiones activas. Las deliberaciones en la Casa Blanca continúan, con algunos asesores instando a un despliegue más amplio de la tecnología de chips estadounidense en el extranjero y otros advirtiendo de que el plan corre el riesgo de socavar el propio esfuerzo de deslocalización que Washington está financiando en casa. Hasta que se zanje ese debate, el desierto fab se quedará en la mesa de dibujo.
Fuente(s)
Bloomberg (en inglés)
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